sábado, 24 de noviembre de 2007

La Creencia

12:15 de la noche. Ningún alma camina por la calle. Bajo la luz tenue de un foco en la esquina se aprecia la silueta de un niñito. Su caminar cansino y su cabeza gacha me llaman la atención. ¿Qué hace un niñito chico en una noche como ésta caminando solo? ¿Dónde están sus padres que deberían estar junto a él, en una noche como ésta?

A lo lejos se ven 2 adultos. "Supongo que serán los papás", pienso.

En efecto. Eran los padres del pequeño que lo estaban buscando. Gritaban al unísono "¡Esteban! ¡Esteban!". El pequeño apenas los escuchó tomó velocidad y salió corriendo hacia una plaza oscura, para que no lo encontraran. De puro curioso (y preocupado) lo seguí.

¿Por qué siempre esa casualidad de que cuando veo una historia ajena, la otra persona tiene la cara llena de lágrimas? No quería detenerme a pensar eso, sino la razon por la cual Esteban estaba llorando.

-¿Por qué lloras?- le pregunté.
-El viejito pascuero no existe...- me respondió.

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