lunes, 13 de julio de 2009

Historias Ajenas...

7 de la mañana y el aeropuerto totalmente vacío. Un par de almas penando por un lado, abrazando a sus ¿hijos? que vienen llegando de un viaje de emergencia. Arriba estaban otros cuantos despidiendo a sus niños que se iban de gira de estudios y otros, por otro lado, despidiéndose de sus niños que se iban a jugar un torneo de fútbol en Maracuyá o Tangamandapio. Quién sabe.
Los vidrios temblaban. Recién iban elevándose un par de pájaros de acero.
"Los pasajeros del vuelo 374 con destino a Antofagasta...".........Suspiré un momento mientras veía la famosa torre de maletas.
Seguía con la vista perdida, mientras escuchaba la voz de la Loreto hablándome a lo lejos.
"Arturo, me tengo que ir", me dijo.
Me cargan las despedidas. Y sobretodo estas despedidas que parecen eternas. Más encima, ¿cuánto tiempo tendré que esperarla para que vuelva a venir?
"¿Y por qué no vai tú a verme?", me dijo.
Mi egoísmo se escondió en un punto tan lejano de mí, que sólo atiné a decir: "Tranquila. El próximo mes iré a verte".
¿Para su cumpleaños? Mmmm...bonito regalo.
"Chao, Loreto", le dije. Me dio un beso en la boca y selló todo con un largo y cálido abrazo en la puerta del embarque, mientras su cabeza se quedaba apoyada en mi hombro.
Al rato la veo subir por las escaleras, mientras me toco el hombro y lo siento húmedo. ¿Lágrimas?
Voy para afuera y me quedo mirando el avión. El "vuelo 374 con destino a Antofagasta". Me empiezo a tocar el anillo que se encuentra en mi dedo anular y pienso: "En la que te metiste, Arturo".

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