martes, 26 de octubre de 2010 2 comentarios

The Time of Your Life


Mis compañeros de colegio lo sabían. Esuve años weando y esperando a que viniera Green Day a Chile. Era mi sueño de pendejo. De esas promesas que uno se hace y que no olvida jamás. Hace unos meses, cuando leí en el diario que venían...no salté, pero si me corrió una emoción por la sangre que es difícil explicarla. Por fin era el momento de ir a ver a mi banda favorita de toda la vida. Pero faltaba mucho aún. Y esa historia no merece contarse. La que viví en el concierto sí.
Quién sabe qué cresta pasó por nuestras cabezas al momento que cortaron la entrada. El ingreso al estadio fue caótico. Esa especie de embudo que hacían las rejas al entrar fue lo peor. Pero cortaron las entradas, la típica revisión de los pacos y listo. A correr se ha dicho.
Lo único que pensaba en ese momento era quedar adelante. Lo más adelante posible. Nunca se me pasó por la cabeza el cansancio. A esas alturas ni una wea importaba.
Eran como las 4 y algo de la tarde. Casi las 5. El sol pegaba fuerte. Ya nos había dejado pa la cagá allá afuera del estadio, esperando a que abrieran las puertas. Pero era lo de menos. Lo peor estaba por venir.
Justo cuando estábamos asegurando el puesto allá adelante, a unos pocos metros del escenario, comenzó el festival de empujones y falta de aire. Que empujaban para la derecha, otros para la izquierda, los que llegaron después que nosotros empujaban para adelante, los que estaban adelante empujaban para atrás...un caos total. La Dani no aguantó más. La falta de aire era mucha y no había ni siquiera una manguera para que nos mojaran un poquito. Salimos y todo volvió a la normalidad.
Ahora, para encontrar una ubicación buena, era lo más importante. Pero, a esas alturas, ¿qué importaba? La wea era vivir el momento. Daba lo mismo si lo vivías en galería, sentado tranquilamente en Pacífico o saltando y gritando en cancha...daba lo mismo. La cosa era vivirlo.
Luego de los respectivos teloneos de los BBS y de Attaque 77, apareció el conejo-rosado-borracho que empezó a animar al público bailando YMCA y weas raras, tomándose dos botellas de chela al seco y "bailando" medio mareado sobre el escenario. Ahí fue cuando le dije a la Dani "ya falta poco, ya falta poco".
9 de la noche en punto y se apagaron las luces. La gente grita (lógico, siempre que se apagan las luces en un concierto, hay que gritar xD) y se empieza a escuchar esa radio vieja sintonizándose. El que sabe, sabe: se escuchaba la voz de Billie Joe cantando "Sing us the song of the century...". Esa canción que el público niño-joven debería saberse, porque venía en el último disco. Ellos, no están ni ahí. Puro que gritan.
Veo la cara de la Dani y le veo los ojos vidriosos, con cara de "este momento lo esperé toda mi vida". Yo también esperé ese momento toda mi vida. De hecho, le había dicho que cuando empezara a sonar el piano de "21st Century Breakdown" me largaría a llorar de la emoción...dicho, pero no hecho. En el momento que empezó a sonar el piano y veía a los cabros saltar al escenario y a Billie Joe tomar la guitarra, sólo me tiritó la pera. Las emociones me las guardé. Pero lógico, estaba emocionado. Sabía que iba a ir al mejor concierto de toda mi vida.
Hueveo total en esa canción. Cuando escuché el "I say heeeeeeooooooo" y cuando caché que se venía la parte rápida de "21st Century Breakdown", recién asimilé que estaba en un concierto de Green Day y que la wea primordial era apagar la camarita, guardarla y pasarla bien. No como otros que se dieron la lata de grabar el concierto entero y ni siquiera disfrutaron. Y de pasadita, lo confieso: se me cayó una lágrima cuandó se escuchaba el "Oh, dream. Ameeeeerica dream..."
Puta que lo pasé bien. Y hubo mil momentos memorables. Las largas horas de espera afuera del estadio cantando desde canciones de Green Day hasta el mismísimo himno nacional. O como cuando un cabro se subió a pasarle una bandera chilena a Billie Joe en "Know Your Enemy" y el mismo cabro, bajo las órdenes de Billie, se tiró a la masa de gente. O cuando en "East Jesus Nowhere" se subió un pendejo y se hizo el muerto. O cuando se subió una mina (una de las tantas) en "Are We The Waiting" a besuquear a todos. O esa cabra que salió en la tele, a esa que le regalaron la guitarra cuando se subió a tocar "Longview". O cuando se subió el harén de minas a rodear a Billie Joe mientras cantaba "2.000 Light Years Away" y le dejaron un sostén de regalo. "El Presidente Billie Joe Armstrong", "Ladies and gentlemen, Miguelito Dirnt", el "¿Te gusta mi poto?" de Tré Cool en "King For a Day", el saxofonista disfrazado de Elvis y tocando la canción de Benny Hill en la misma "King...", el momento acústico con "Whatsername", "Wake me up When September Ends", "Time of your life", yo cantando esta última con los ojos cerrados y lagrimeando (emoción, de nuevo), la cara de la Dani aún con la expresión de "no lo puedo creer"...en fin. Un montón de momentos memorables para un recital que fue el mejor de mi vida. 3 horas que, lamentablemente, se me hicieron pocas.

Y como dice la letra de una canción de los cabros, "I hope you had the time of your life". Afortunadamente, para mí, tuve el momento de mi vida. Y fue el mejor.
martes, 12 de enero de 2010 1 comentarios

On Holiday...

Siempre que me pongo frente al teclado y digo "voy a dejar que mis dedos se dejen llevar", los weones se cohíben y no escriben nada más que un montón de palabras sin sentido. Entretanto, mi cerebro no trabaja y se queda flojeando, mientras los dedos escriben lo que se les plazca. Ni siquiera una idea. Ni siquiera un hilo de una historia. Nada. Trato y trato de pensar en algo que tenga la dignidad de ser relatado, pero nada. El cerebro parece que también se tomó vacaciones.
miércoles, 22 de julio de 2009 0 comentarios

Mi Conclusión

Estoy chato. No hay manera de dejarte feliz que no sea haciendo las cosas que tú quieres. ¿Podrías parar de ser tan egoísta? ¿Tan desconfiado? ¿Podrías pensar en las necesidades de uno, al menos? ¿Tanto te cuesta? ¿Tanto te cuesta ver feliz a tu propio hijo?
Sé que te haces el que me entiende, el que trata de ser el papá ejemplar. Pero no pareciera. Al contrario. Estás tratando de hacer algo y te sale peor.
Tu excesiva desconfianza me está haciendo daño. No sólo a ti, sino que a mi novia también.
No sabes como poco a poco me voy pudriendo por dentro, cada vez que haces notar tu desconfianza. Ya te diste cuenta hace un tiempo, pero parece que te entró por un oído y te salió por el otro.
Si tienes tanta desconfianza, entonces, ¿de qué te sirve mentir? ¿De qué te sirve decirle que la quieres, si pareciera que con ella ni a la esquina?
Y disculpa si no es lo que parece (claro, nunca es lo que parece...nunca es lo que yo pienso que es), pero en realidad ya me estás aburriendo. Ya no doy más con tu hipocresía y tu parada de "nunca quedo mal con nadie".
Tienes 50 y tantos, pero pareciera que tuvieras 3.
¿O acaso no te das cuenta de que lo que pasó fue hace mucho más de 1 año? ¿Por qué seguir acumulando cada vez más mierda en tu cabeza?

La verdad, no encuentro motivo para que sigas siendo como eres.

Pero, sea como sea, yo sigo con ella. Te guste o no. Lo escondas o no.
lunes, 13 de julio de 2009 0 comentarios

Historias Ajenas...

7 de la mañana y el aeropuerto totalmente vacío. Un par de almas penando por un lado, abrazando a sus ¿hijos? que vienen llegando de un viaje de emergencia. Arriba estaban otros cuantos despidiendo a sus niños que se iban de gira de estudios y otros, por otro lado, despidiéndose de sus niños que se iban a jugar un torneo de fútbol en Maracuyá o Tangamandapio. Quién sabe.
Los vidrios temblaban. Recién iban elevándose un par de pájaros de acero.
"Los pasajeros del vuelo 374 con destino a Antofagasta...".........Suspiré un momento mientras veía la famosa torre de maletas.
Seguía con la vista perdida, mientras escuchaba la voz de la Loreto hablándome a lo lejos.
"Arturo, me tengo que ir", me dijo.
Me cargan las despedidas. Y sobretodo estas despedidas que parecen eternas. Más encima, ¿cuánto tiempo tendré que esperarla para que vuelva a venir?
"¿Y por qué no vai tú a verme?", me dijo.
Mi egoísmo se escondió en un punto tan lejano de mí, que sólo atiné a decir: "Tranquila. El próximo mes iré a verte".
¿Para su cumpleaños? Mmmm...bonito regalo.
"Chao, Loreto", le dije. Me dio un beso en la boca y selló todo con un largo y cálido abrazo en la puerta del embarque, mientras su cabeza se quedaba apoyada en mi hombro.
Al rato la veo subir por las escaleras, mientras me toco el hombro y lo siento húmedo. ¿Lágrimas?
Voy para afuera y me quedo mirando el avión. El "vuelo 374 con destino a Antofagasta". Me empiezo a tocar el anillo que se encuentra en mi dedo anular y pienso: "En la que te metiste, Arturo".
 
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