Quizás el cambio de un día para otro fue muy brusco (lo sé, varios me lo han dicho...y también lo tengo muy presente), pero pareciera que no estuviera preparado para todo esto de la universidad...
Y mucha gente me va a retar por eso...
Pero bueno...tengo que asumirlo así no mas...ya me metí en esto...
Habrá que sacrificar muchas cosas por lo que se ve...
Pero bueno...
Bienvenido a la universidad...
Bienvenido a un nuevo estilo de vida...
Y ya no hay vuelta atrás...
Tantas ocupaciones ni siquiera me dejaron hacer mi propio resumen de lo que fue este año que se acaba de ir. Un año de altos y de bajos, más altos que bajos en todo caso.
A ver...¿cómo empezar? Difícil. Para mi este fue un año de mi maduración definitiva. Aunque todavia tengo actitudes de cabro chico para algunas cosas, hay otras situaciones que ya he sabido tomarle el verdadero peso y ya no hago todo a la ligera. Además, he cambiado en un punto muy importante para mi: ahora pienso las cosas antes de decirlas. Me demoro...pero las pienso.
También fue un año de días difíciles. He tenido que decirle adios (de cierta manera) a algunas personas que eran demasiado importantes para mi, pero al mismo tiempo conocía a otras nuevas.
Días difíciles, además, por el montón de enfermedades que me aquejaron: salmonella, principio de hepatitis y otras.
Pero, ¿por qué seguir acordándome de las cosas malas? Recordemos las cosas buenas.
Aprendí a conocer a un montón de gente que no conocía, mis amigos se transformaron en aún más amigos de lo que eran antes y terminé con relativo éxito mi etapa escolar.
Y una persona me hizo entender que el amor de verdad existe. Mi Danielita Alexandra. La persona con la que ya llevo casi 1 año 3 meses junto a ella. La persona a la que le entregué mi virginidad. Una de las pocas personas ajenas a la familia en la cual confío totalmente. Y la persona a la que amo con todo esto llamado corazón. ¿Cuántas cosas pasamos este año? ¿Cuántos momentos lindos pasamos? ¿Cuántos momentos duros pasamos? Muchos, por lo que yo recuerde. Y aquí estamos todavía. Seguimos siendo una pareja a la que la felicidad no se le acaba por ningún motivo. De hecho, crece y crece y crece.
Estoy orgulloso de decirle, mi amor, que este año por fin tiene mi completa confianza. Que por fin no me enojo porque salga con sus amigos y cosas así. No sé si usted me tendrá la confianza plena, pero por lo menos yo puedo decir que sí. Te amo demasiado y sé que esto tiene para rato.
Y, por último, puedo decir que este año fue una de las mejores cosas que me pudo haber pasado en la vida.
Y ahora...a esperar...A esperar que el 2008 sea aún mejor de lo que fue el 2007.
A lo lejos se ven 2 adultos. "Supongo que serán los papás", pienso.
En efecto. Eran los padres del pequeño que lo estaban buscando. Gritaban al unísono "¡Esteban! ¡Esteban!". El pequeño apenas los escuchó tomó velocidad y salió corriendo hacia una plaza oscura, para que no lo encontraran. De puro curioso (y preocupado) lo seguí.
¿Por qué siempre esa casualidad de que cuando veo una historia ajena, la otra persona tiene la cara llena de lágrimas? No quería detenerme a pensar eso, sino la razon por la cual Esteban estaba llorando.
-¿Por qué lloras?- le pregunté.
-El viejito pascuero no existe...- me respondió.

¿Cuántos días han pasado desde aquel día en que nuestras mamás nos fueron a dejar al colegio y llorábamos porque íbamos a entrar? ¿Cuántas aventuras, cuántos secretos, cuántas risas, cuántos llantos, cuántas sonrisas, cuántas caras largas, cuántas pruebas, cuántas tareas, cuántas peleas, cuántas anotaciones y cuántos rojos?
No me detendré a contar todos los días que han pasado desde aquel día. Sólo me detendré a rememorar, justo ahora que queda sólo una semana para dejar todo atrás.
Un montón de vivencias corren por mi mente. Un montón de vivencias que me sirvieron para bien o para mal. Algunas me dejaron lecciones de vida y otras, simplemente, fueron desechadas porque no me servían para nada. Un montón de gente que he aprendido a valorar y otra gente que no me dejó ninguna enseñanza importante, pero que igual quedará en mis recuerdos, porque fueron parte de mi vida por 12 años. Personas que se van y personas que se quedan.
Ahora estamos aquí. A 7 días de dejar ese verdadero "recinto presidiario" en el que fui recluido en marzo del 96. Después de 12 años de condena, estamos a 7 días de recibir un cartoncito que certificará nuestra libertad condicional por unos pocos meses. Pero hay que tomar en cuenta eso: será la última vez que nosotros cerraremos las puertas de las favelas de 4º medio. Y esta vez será para siempre.
Ahora sólo disfrutar nuestros últimos días como curso, porque luego sólo seremos conocidos y, algunos, seremos amigos.